miércoles, 28 de noviembre de 2012

Los "medio locos"

Siempre me ha molestado cuando la gente dice que tiene una enfermedad seria cuando solamente se refieren a algún tipo de actitud pasajera. Desde que he recibido mi diagnóstico, creo que soy un poco más sensible a lo que escucho acerca de otras personas.

Es cierto que la gente que generaliza un comportamiento con una enfermedad (mental, muchas de las veces) seria, no tiene ni la más mínima idea de lo que se trata. Pero, es también cierto que es divertido ser secretamente esa persona a la cual tienen miedo. Por ejemplo, en mi lugar de trabajo, la secretaria se refiere a la gente eccéntrica como "bipolar".

"Hoy fui por el pasillo, y esta persona no me saludó a pesar de estar al frente suyo. Medio bipolar ha de ser" fue una frase que escuché de ella el día de hoy.

No pude evitar que mi sangre hierva un poco, pero me calmé y sonreí cuando me puse a pensar que ella no tiene idea de que la persona que esta tomando café junto a ella es bipolar. No dije nada. No creo que para mi sea buena idea ser muy abierta con la gente acerca de mi diagnóstico. El estigma es mucho, que hasta podría ser despedida por él. Sé cómo son las personas con las que trabajo y mis jefes, y sé que así será.

Recuerdo en otra ocasión cuando fui a una librería buscando un libro llamado "El manual del Bipolar". La librería en realidad era un almacén de libros muy pequeño, en el que vi algunos títulos interesantes y por ello decidí ir adentro y preguntar. Apenas acabé de mencionar el título del libro, la señora encargada me vio de pies a cabeza.

"Aquí no se venden libros. Váyase a otro lugar, por favor"

Esa fue la respuesta que obtuve por preguntar. Calmadamente, sonreí, le dije "muchas gracias" y me fui. Hubiese sido gracioso si le hubiese mandado el estante al suelo diciendo "¿cree Ud. que yo soy bipolar y que soy violenta?" y luego terminar con una sonrisa calmada e irme. Claro que este escenario alternativo me hubiese dejado muy mal, pero no es malo imaginarlo y reírse un rato...


martes, 27 de noviembre de 2012

Es difícil hablar así

Pues bien, es difícil de hablar del suicidio...

Pero, desafortunadamente, ha sido un pensamiento que de una u otra manera ha ocupado mi mente desde que tenía 11 años.

Hace unos meses, escuché que una doctora del lugar en el que trabajo había tratado de suicidarse. Ayer me enteré que lo había hecho y que ya no está aquí. Todos esos meses entre su primer intento y su final intento habían sido plagados por un estigma que tal vez hizo las cosas peores. Todos hablaban de ella. Todos decían que estaba loca por haber tratado de hacer algo así. Todos estaban detrás de ella, recordando lo que había sucedido.

"No entiendo por qué la gente hace eso"

"¿Cómo va a hacer eso? ¿No puede ver lo linda que es la vida?"

"Los autolíticos se hacen cosas horribles. Son unos enfermos"

"Simplemente no cree en Dios"

Eso escuché, entre otras cosas. La verdad es que no decía nada, porque de una manera u otra, la comprendía perfectamente. No tengo ninguna posición pro o contra el suicidio. Antes de seguir con este monólogo, debo de decir que el suicidio puede ser la transferencia del sufrimiento de una persona a otra (los sobrevivientes). Cada vez que esa idea se me pasa por la cabeza, pienso en una persona en particular a la cual no quisiera ver sufrir. Al menos esa es mi manera de pensar.

En la gente bipolar, es difícil descartar que alguna vez en su vida el suicidio haya pasado por sus cabezas. Probablemente todos hemos pasado por ahí. Para algunos de nosotros ya es una parte de nuestra vida, de nuestros pensamientos, con la cual tenemos que lidiar y sobrevivir.

Yo no creo que el suicidio sea una "salida fácil". Es cierto que es una solución permanente a un problema temporal, pero su consideración, planeamiento y ejecución es inspirada por una profunda desesperación. Parece que la gente no considera eso. Debe hacer mucha voluntad hacerse daño a sí mismo, al mismo tiempo que debe haber una desesperación y una depresión intensas. Creo que estas palabras no traducen lo que se siente en realidad.

En mi caso, hay algunas situaciones en las que he notado estos pensamientos. Cuando estoy deprimida, me cuesta moverme, me cuesta hablar, quiero llorar, no quiero ver a nadie, pienso que no valgo nada, que nada tiene sentido. De repente, me siento culpable de todo...no merezco vivir. Hago un recuento, y todo lo que he hecho es malo, solamente sirvo para herir a la gente. Y si esto pasa después de la manía, estoy cansada de que mi vida sea así. ¿Tendré siempre que ser así? Ya no quiero estar en la montaña rusa. Ya no quiero herir o decir cosas groseras a la gente. Ya no quiero sentirme miserable y deprimirme mientras trato de enmendar las estupideces que hice cuando estaba "feliz". Todo llega a un estado de desesperación, ansiedad, depresión, miseria y unas cuantas cosas más, que el suicidio se ve una opción atractiva para dejar de sufrir. ¿Crees que es fácil tomar una decisión así? No es fácil. Es fácil que la idea ataque tu mente, pero es difícil luchar y es difícil decidir. En ese momento, nada importa (ni siquiera el dolor físico). Solamente importa que el dolor se vaya. Hace dos meses, tuve una crisis muy fea que me duró dos días mientras estaba probando Lamictal. Una de las cosas que le dije a alguien que me llamó fue,

"Estoy cansada"

Sí. Lo que quería decir es que estaba cansada de vivir. Estaba tirada en la cama, no podía moverme. Solamente quería llorar y podía decir algunas palabras.

Me pone de mal ánimo cuando leo o veo las noticias y se agrava el estigma que se tiene con el suicidio. La gente que quiere suicidarse a veces no busca ayuda porque teme a ser juzgada de la peor de las maneras por la gente en la que confió su secreto. Si alguien va a ti y te dice eso, solamente escucha. No sabes cómo puedes cambiar la vida de una persona si solamente te dedicaras a escuchar. Escucha y ve con la persona a ver a un profesional. Tener SERIOS (o crónicos) pensamientos de suicidio no es normal.

En mi caso, la lucha sigue pero con la ayuda de mi psiquiatra, los medicamentos, las cosas que yo hago y el apoyo y amistad de las personas que me rodean. Si empiezo a pensar negativamente, he entrenado mi mente a identificar los patrones y preguntarme a mi misma "¿son estos adjetivos negativos ciertos?". Lo principal es tratar de identificar y cortar ciertos patrones de pensamiento y ser pacientes con uno mismo. A pesar de esto, cuando las cosas se ponen mal y estos pensamientos son convincentes, pienso en alguien muy importante para mi. Yo sufro. No quiero que esa persona sufre. Lucharé por mi misma y por esa persona. Si caigo en un abismo, trataré de recordar que tengo que abrir el paracaídas, aunque no me guste la idea.