jueves, 6 de diciembre de 2012

Claro que es fácil

Claro que es fácil decirle a alguien que está loco. Cuántos de nosotros hemos dicho eso a alguien o hemos escuchado que a alguien le describen con esa palabra. Bueno, como dije en uno de mis posts anteriores, en mi trabajo les encanta llamar bipolar a la gente eccentrica o "loca". ¿Saben qué? Yo soy una de las personas más brillantes, responsables y trabajadores de  ahí y soy bipolar. Es cierto, tengo mis cosas que me caracterizan y obviamente, dicen que nadie tiene un carácter como el mio. Pero, ¿es esa razón para temerme y ponerme un letrero en vez de considerarme una persona?


Claro que es fácil controlarse cuando uno es bipolar. ¿Cómo se siente? Me siento como la idiota más grande del mundo cuando YO pienso que soy lo mejor, que estoy feliz y la gente me dice que estoy siendo grosera e inconsiderada. Es una relación de amor y odio. Amo  y adoro sentirme bien, sentirme productiva, feliz, creativa...lo sé todo, todo sale bien, todos me aman. Odio cuando estoy en esos estados y grito a la gente, le hago sentir mal, molesto demasiado, tomo malas decisiones. Odio cuando estoy deprimida y levantarme cuenta como caer de la cama al piso porque no puedo moverme. Odio cuando quiero estar sola, cuando temo ver a otra gente, odio cuando sufro y creo que no hay esperanza y pienso en la muerte. Amo cuando me siento como si no estuviera ahí y todo el mundo que observo, todas las cosas me parecen tan maravillosas. Odio cuando me siento como si no estuviera ahí y estoy haciendo trabajos serios como manejar un auto o tratar con una persona en el trabajo. Claro que es fácil evadir esas cosas. Después de todo, ¿son cosas que nos proponemos a hacer? No. Son cosas que podamos controlar, pero si identificar y tratar de restringirnos a nosotros mismos.

 Si solo la gente podría entender...

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Los "medio locos"

Siempre me ha molestado cuando la gente dice que tiene una enfermedad seria cuando solamente se refieren a algún tipo de actitud pasajera. Desde que he recibido mi diagnóstico, creo que soy un poco más sensible a lo que escucho acerca de otras personas.

Es cierto que la gente que generaliza un comportamiento con una enfermedad (mental, muchas de las veces) seria, no tiene ni la más mínima idea de lo que se trata. Pero, es también cierto que es divertido ser secretamente esa persona a la cual tienen miedo. Por ejemplo, en mi lugar de trabajo, la secretaria se refiere a la gente eccéntrica como "bipolar".

"Hoy fui por el pasillo, y esta persona no me saludó a pesar de estar al frente suyo. Medio bipolar ha de ser" fue una frase que escuché de ella el día de hoy.

No pude evitar que mi sangre hierva un poco, pero me calmé y sonreí cuando me puse a pensar que ella no tiene idea de que la persona que esta tomando café junto a ella es bipolar. No dije nada. No creo que para mi sea buena idea ser muy abierta con la gente acerca de mi diagnóstico. El estigma es mucho, que hasta podría ser despedida por él. Sé cómo son las personas con las que trabajo y mis jefes, y sé que así será.

Recuerdo en otra ocasión cuando fui a una librería buscando un libro llamado "El manual del Bipolar". La librería en realidad era un almacén de libros muy pequeño, en el que vi algunos títulos interesantes y por ello decidí ir adentro y preguntar. Apenas acabé de mencionar el título del libro, la señora encargada me vio de pies a cabeza.

"Aquí no se venden libros. Váyase a otro lugar, por favor"

Esa fue la respuesta que obtuve por preguntar. Calmadamente, sonreí, le dije "muchas gracias" y me fui. Hubiese sido gracioso si le hubiese mandado el estante al suelo diciendo "¿cree Ud. que yo soy bipolar y que soy violenta?" y luego terminar con una sonrisa calmada e irme. Claro que este escenario alternativo me hubiese dejado muy mal, pero no es malo imaginarlo y reírse un rato...


martes, 27 de noviembre de 2012

Es difícil hablar así

Pues bien, es difícil de hablar del suicidio...

Pero, desafortunadamente, ha sido un pensamiento que de una u otra manera ha ocupado mi mente desde que tenía 11 años.

Hace unos meses, escuché que una doctora del lugar en el que trabajo había tratado de suicidarse. Ayer me enteré que lo había hecho y que ya no está aquí. Todos esos meses entre su primer intento y su final intento habían sido plagados por un estigma que tal vez hizo las cosas peores. Todos hablaban de ella. Todos decían que estaba loca por haber tratado de hacer algo así. Todos estaban detrás de ella, recordando lo que había sucedido.

"No entiendo por qué la gente hace eso"

"¿Cómo va a hacer eso? ¿No puede ver lo linda que es la vida?"

"Los autolíticos se hacen cosas horribles. Son unos enfermos"

"Simplemente no cree en Dios"

Eso escuché, entre otras cosas. La verdad es que no decía nada, porque de una manera u otra, la comprendía perfectamente. No tengo ninguna posición pro o contra el suicidio. Antes de seguir con este monólogo, debo de decir que el suicidio puede ser la transferencia del sufrimiento de una persona a otra (los sobrevivientes). Cada vez que esa idea se me pasa por la cabeza, pienso en una persona en particular a la cual no quisiera ver sufrir. Al menos esa es mi manera de pensar.

En la gente bipolar, es difícil descartar que alguna vez en su vida el suicidio haya pasado por sus cabezas. Probablemente todos hemos pasado por ahí. Para algunos de nosotros ya es una parte de nuestra vida, de nuestros pensamientos, con la cual tenemos que lidiar y sobrevivir.

Yo no creo que el suicidio sea una "salida fácil". Es cierto que es una solución permanente a un problema temporal, pero su consideración, planeamiento y ejecución es inspirada por una profunda desesperación. Parece que la gente no considera eso. Debe hacer mucha voluntad hacerse daño a sí mismo, al mismo tiempo que debe haber una desesperación y una depresión intensas. Creo que estas palabras no traducen lo que se siente en realidad.

En mi caso, hay algunas situaciones en las que he notado estos pensamientos. Cuando estoy deprimida, me cuesta moverme, me cuesta hablar, quiero llorar, no quiero ver a nadie, pienso que no valgo nada, que nada tiene sentido. De repente, me siento culpable de todo...no merezco vivir. Hago un recuento, y todo lo que he hecho es malo, solamente sirvo para herir a la gente. Y si esto pasa después de la manía, estoy cansada de que mi vida sea así. ¿Tendré siempre que ser así? Ya no quiero estar en la montaña rusa. Ya no quiero herir o decir cosas groseras a la gente. Ya no quiero sentirme miserable y deprimirme mientras trato de enmendar las estupideces que hice cuando estaba "feliz". Todo llega a un estado de desesperación, ansiedad, depresión, miseria y unas cuantas cosas más, que el suicidio se ve una opción atractiva para dejar de sufrir. ¿Crees que es fácil tomar una decisión así? No es fácil. Es fácil que la idea ataque tu mente, pero es difícil luchar y es difícil decidir. En ese momento, nada importa (ni siquiera el dolor físico). Solamente importa que el dolor se vaya. Hace dos meses, tuve una crisis muy fea que me duró dos días mientras estaba probando Lamictal. Una de las cosas que le dije a alguien que me llamó fue,

"Estoy cansada"

Sí. Lo que quería decir es que estaba cansada de vivir. Estaba tirada en la cama, no podía moverme. Solamente quería llorar y podía decir algunas palabras.

Me pone de mal ánimo cuando leo o veo las noticias y se agrava el estigma que se tiene con el suicidio. La gente que quiere suicidarse a veces no busca ayuda porque teme a ser juzgada de la peor de las maneras por la gente en la que confió su secreto. Si alguien va a ti y te dice eso, solamente escucha. No sabes cómo puedes cambiar la vida de una persona si solamente te dedicaras a escuchar. Escucha y ve con la persona a ver a un profesional. Tener SERIOS (o crónicos) pensamientos de suicidio no es normal.

En mi caso, la lucha sigue pero con la ayuda de mi psiquiatra, los medicamentos, las cosas que yo hago y el apoyo y amistad de las personas que me rodean. Si empiezo a pensar negativamente, he entrenado mi mente a identificar los patrones y preguntarme a mi misma "¿son estos adjetivos negativos ciertos?". Lo principal es tratar de identificar y cortar ciertos patrones de pensamiento y ser pacientes con uno mismo. A pesar de esto, cuando las cosas se ponen mal y estos pensamientos son convincentes, pienso en alguien muy importante para mi. Yo sufro. No quiero que esa persona sufre. Lucharé por mi misma y por esa persona. Si caigo en un abismo, trataré de recordar que tengo que abrir el paracaídas, aunque no me guste la idea.


sábado, 27 de octubre de 2012

Todos estamos en lo mismo

En verdad, pienso que lo siguiente es un tema con el que todos nos ponemos tensos...no sé, tal vez mucho más si padecemos de alguna enfermedad crónica. Esto depende de cada uno.

Ciertamente, hoy me he sentido sola. Para consolarme, llamé a un amigo que vive muy lejos y también salí a la calle con una amiga. Me siento un poco mejor, pero todo aquello me ha hecho pensar...

Vaya que mi amigo ha cambiado, o al menos eso me dió a entender la conversación de hoy. Hablamos cada semana, pero la conversación de hoy estuvo horriblemente aburrida. Yo amanecí aburrida para empezar...así que tengo que considerar ese aspecto también. Este desorden bipolar me da el poder de no comprender lo que existe afuera y darme un espacio para vivir mi propia fantasía. En fin, éste era el chico con el que yo más me entiendo. En realidad estoy un poco preocupada, porque cada vez que hablo con él parece que hablo con alguien más. No cambia de personalidad ni nada de eso, sino que parece que a veces ya ni me conoce. No se acuerda de ciertas cosas, y hasta a veces no se acuerda ni de su vida, ni de lo que hace. Me preocupa un poco, pero si le digo algo de seguro se enoja. También él no está en una situación tan bonita que digamos...está casi sin trabajo. Lo único que puedo hacer es...ser una buena amiga, ser paciente y estar ahí para ayudarle.

Vaya que tengo o he tenido problemas socializando con los demás. Una de mis primeras metas si voy a otro lugar será hablar y tratar de hacer amigos. También, tengo que seguir mi régimen de ejercicio como además de mis medicamentos. De repente, me siento sola, triste, y en el futuro, veo mucho más de eso. No sé si tengo motivos para pensar así o si es otro episodio que viene y que tienen que regularme las medicinas. Veremos cuánto dura. Hay una diferencia entre estar triste y estar deprimido. En realidad, hay muchas diferencias entre esos dos estados...

No creo que nos guste llamar la atención. De la depresión nadie sale solamente "pensando en positivo" o "rezando". Si estas cosas ayudan, qué bien...pero debo decir que estos estados son muy serios.

La tristeza es un sentimiento, una sensación la cual tiene su razón, su motivo, y que dura por determinado tiempo. Lo más importante es que tiene una razón. Una depresión también puede tener eso pero ese no es mi caso en la mayoría de veces. Sé cómo se siente estar triste...a veces hasta puede ser un hermoso sentimiento. Algo te hace falta, piensas en la razón, en cómo podrías remediarla, pero no puedes hacerlo. La oportunidad se perdió, se quemó. La persona se fue. La situación no resultó ser la deseada.

La depresión, en cambio, es otra cosa. La tristeza podrá ser parte de ella, pero también no siempre está ahí. Llega un día que amaneces, cansada, física y mentalmente. No puedes dormir o duermes demasiado. No comes o comes demasiado. Todo va a ir mal. Todo ha sido un error. Tu vida ha sido un gran error. No has hecho nada más que sentir mal a la gente y hacerle sufrir. Las voces en tu cabeza te dicen que eres mala persona, que tienes la culpa, que no sirves para nada y que no vas a ir a ningún lado. Conjunto con esto, viene la desesperación, la ansiedad, el vacío. Estás completamente sola en este mundo. A nadie le importas. Sientes un vacío en el pecho. Te aislas de los demás porque no mereces su compañía. Tienes que estar sola, y no soportas que esté otro ser humano por ahí, pero al mismo tiempo estás triste porque estás sola. En esos tiempos, caer de la cama puede contar como levantarse. Hasta el cuerpo se mueve lentamente...como si estuviese en una nube espesa de gravedad. Esto, y demás cosas no placenteras...como cansarte ya de vivir. En los ciclos de bipolaridad, a veces digo "estoy cansada" y no quiero sentirme al fondo de nuevo...es como si un ciclo comenzara y ya no lo pudiese soportar. Usualmente en un solo día puedo estar muy feliz en la mañana y deprimida en la noche, pero todo esto va con un fondo feliz o triste. Lo bueno es que parece que esto se ha detenido gracias al tratamiento

¿Cómo trato estos episodios? El último que tuve fue hace un mes y duro un día más o menos. Empecé el día con el cuestionamiento serio de mi realidad. ¿Son en realidad mis amigos MIS AMIGOS? o soy yo alguien que molesta simplemente. ¿Quién soy yo? ¿Existo?

Sé que me dirán que cualquier persona se pregunta eso. Yo sé que la respuesta a esa pregunta es afirmativa. Pero...alguna vez, ¿estas preguntas te han causado tanto efecto y sufrimiento que has sentido que todo eso es verdad? Que de verdad, tu realidad no existe y que solamente es un invento de tu imaginación. Hay que imaginar ver un fantasma y hablar con él. Así se siente, pero es algo desesperante.

Luego de ello, pasé el día más o menos, y de noche tuve mi choque de picada. Llamé a un amigo para ver si me sentía mejor hablando. Resultó ser peor porque no podía hablar y solamente se me caían lágrimas. Después de eso, este amigo se puso molesto, me dijo que "tengo mis cosas que solucionar" y pensó que YO no le podía hablar porque estaba enojada con ÉL. Otro amigo me llamó por casualidad. Él se preocupó un poco más de hablar conmigo y preguntarme qué pasaba. Recuerdo que me preguntó si había tomado alcohol (no) y al menos estuvo en línea preguntando o contandome cosas, cuando lo único que yo podía decir era "estoy cansada. Mañana no voy a trabajar". Sí estaba cansada. Estaba cansada de sentirme así, de seguir el tratamiento anterior que no me hizo nada (todos pasamos por eso), estaba cansada de vivir. Punto.

El día siguiente no fui al trabajo.

En fin, me recuperé. Pero, siempre mantuve en mente a las personas que son más importantes en mi vida, mi familia. Hasta en los momentos más oscuros, trato de siempre recordarlos y tenerlos en mi corazón.

jueves, 25 de octubre de 2012

Un largo tiempo

Yo podrìa decir, como muchos que han sido diagnosticados con el transtorno bipolar, que he estado sufriendo por èl mucho tiempo. Debo de decir que jamàs he sido hospitalizada y que mi enfermedad no ha sido tan severa para mandarme a la càrcel o impedir que no me gradùe (pero comprobè que es posible tener las màs altas calificaciones, que todo vaya bien y aùn asì querer morirse). Es una mezcla de un extraño autocontrol, infundido por mi madre en esfuerzos de alcanzar mi socializaciòn y normalidad, y el estrès de no poder cumplir con los deseos internos que nacen en mi cerebro, tocado por el desorden.

Actualmente, me encuentro en tratamiento con medicinas y con psicoterapia. Despuès de algunos meses, parece que todo va bien. Debo decir que tener un "piso" emocional se siente raro. Estoy acostumbrada a las dramàticas emociones, al sube y baja diario.

Tal vez muchas personas afectadas por este transtorno en realidad, no lo sienten. Es solamente cuando uno de los estados, màs frecuentemente el depresivo, estalla y nos hace perder totalmente la razòn. Y hasta a veces eso no es suficiente para motivarnos a buscar ayuda. En mi caso, mi peor episodio y en el que casi me voy de aquì, fue en el año 2009, cuando estaba en mi entrenamiento final de carrera universitaria. Bueno, aùn estoy aquì pero fue horrible. Tres años despuès, me estaba viendo a mì misma caer en la misma espiral, hacia el vortex oscuro al que siempre he temido. Fuera de la universidad, con trabajo y con proyectos de continuar mis estudios, publiquè mis experiencias y sentimientos en un foro para ver si habìan màs personas como yo. Y sì, lo habìan. Una de ellas me dijo ¨Si un amigo viniera y te contara eso...¿lo dejarìas asì?¨. Esa fue la frase final en la que me di cuenta de que siempre me iba a pasar lo mismo y que estaba en una profunda negaciòn de mi condiciòn.

Luego de una bùsqueda de psiquiatras en la ciudad, elegì a aquellos que podrìan entenderme, segùn yo.  Cuando vi a uno que me interesò, llamè e hice una cita. Ese momento fue una declaraciòn de una nueva etapa. Antes habìa tenido la remota idea de que estaba medio ¨rayada¨ (en episodios de hipomania) y las personas que me conocen describen mis acciones como ocurrentes, graciosas y sumamente inesperadas, asì como tambièn atributos negativos.

Desde los 7 años, comencè a llorar todas las noches. No era una niña muy social en la escuela, y ni siquiera con mi propia familia. De adolescente, tenìa un caracter variable y un poco explosivo. Era grosera, sin querer serlo. Era muy retraìda...tan retraìda que parecìa que tenìa mi propio mundo. En realidad, no pensaba que varias cosas no estaban bien conmigo misma. Esos eran remotos pensamientos que venìan en momentos de euforia. Ahora que recuerdo las veces que:

- Creìa que era un àngel o algo sobrenatural
- Creìa que un ser estaba a mi lado, dicièndome què hacer
- Creìa que estaba destinada a morir en poco tiempo
- Creìa que toda la gente en la calle me miraba o me espiaba y se reìa de mi
- Creìa que alguien me estaba persiguiendo para matarme
- Creìa que mi jefe me estaba observando y escuchando por micròfonos en el trabajo y en mi telèfono celular...

parecìan todas verdad. Esa es una lista que màs o menos contiene mis pensamientos psicòticos con los que estuve por temporadas, desde que tenìa 12 años hasta la actualidad (24 años).

Ha sido un largo tiempo. No sè si ha sido el tiempo adecuado o no, pero de lo que sì sè que estoy segura es de que estoy ahora en el camino correcto.



sábado, 20 de octubre de 2012

A pesar de todo...

A pesar de todo, siempre trato de mantener algo en mente...

En momentos difíciles...

En momentos felices...

O en momentos extremadamente tristes o alegres...como es en mi caso y en el caso de muchas personas en el mundo.

O a veces, en la absoluta indiferencia, o sea, en la aniquilación total de cualquier sentimiento o emoción.

Varias veces me he sentido así, sin emociones. Una vez, viajé a lado de un desconocido en un bús. El viaje duró cuatro horas y era él un hombre de Estados Unidos. Me contaba que amaba tanto vivir en América del Sur que se había mudado permanentemente acá. Me dijo que amaba la naturaleza, las montañas, las plantas, los árboles, su nuevo estilo de vida, y la gente. Me dijo que la vida era una aventura. Yo, sin emociones, trataba de seguir la conversación ya que no deseaba arruinar su felicidad de compartir conmigo parte de su vida (tradicional protocolo social). Cuando dijo que la vida era una aventura, recordé a la persona que considero mi mejor amigo. Recordé su rostro, sus bromas, y las cosas que nos unían. Nada de esto provocó respuesta en mi. Si hubiese él estado ya fuera de este mundo, me hubiese dado igual. No porque soy cruel, pero porque no podía sentir absolutamente nada. En conocimiento tenía que él era mi amigo, pero parecía no sentir nada ya por él en ningún aspecto. Sentir nada por nadie, sentir nada por ninguna cosa, es tal vez la sensación más desesperante en la que una se puede encontrar. En la depresión, al menos no hay esperanza. En la alegría, al menos todo es de rosa. Pero cuando las emociones se van, hasta una misma se puede empezar a preguntar si lo que una considera importante es en realidad importante. Todo da igual.

Luego, llegué a la conclusión de que esos episodios van y vienen. A pesar de eso, en mi mente siempre están las personas que significan mucho para mi. No es lo mejor tener en mente algo que no se "puede hacer" pero al menos es la reiteración de que algo en la realidad existe de verdad y que sólo tengo que pasar al otro lado para poderlo apreciar como antes.

Después de este episodio, vinieron días de irritabilidad extrema, ira explosiva. Luego, una felicidad inexplicable y profundamente sospechosa. Ya había ido al psiquiatra hace algunos meses y estaba en tratamiento para la depresión. Una mirada al pasado, confirma que ya me he sentido así antes. En una oración, él da la sentencia que tanto he estado esperando. "Estamos hablando de algo que se llama bipolaridad" dijo él. En mi extraña alegría, me reí un poco. Por fin, se explicaban todos mis problemas, mis dificultades, mis comportamientos, mis sufrimientos, pero se abría un camino hacia dos cosas: la aceptación, y la medicación. Ahí entonces, no sabía cuanto abía afectado este desorden a mi visión del mundo. "Siempre estarás preguntándote si las cosas son reales o no. Tendrás que decir y aceptar que así eres" me dijo una vez mi psiquiatra. Voy en buen camino. Hago lo posible para ayudarme y ser ayudada.

Todo ha sido una sonrisa retorcida. ¿Han tratado de sonreír con un lado y hacer una mueca de tristeza con el otro lado de la boca al mismo tiempo?